Hay recuerdos que no se borran, aunque pasen más de treinta años. Adriano Custodio Mendes lo demuestra con una sonrisa cada vez que se menciona a San Martín de Tucumán. Fue el primer futbolista africano en jugar oficialmente en el fútbol argentino, y su paso por La Ciudadela, en la temporada 1990-91, lo marcó para siempre.

“Fue un año hermoso, la gente me trató de maravillas. Jugar en La Ciudadela era único, la emoción de entrar al estadio no se compara con nada”, recordó en diálogo con Fuerte al Medio, la propuesta deportiva de LA GACETA Play.

Durante la charla, Mendes se detuvo frente a un gráfico que mostraba un video de archivo. “Ese es un gol mío, ¿no? ¡Sí! Es mío, de tiro libre contra Tigre”, exclamó entre risas y con la memoria intacta.

A pesar del tiempo y la distancia, su vínculo con San Martín sigue más vigente que nunca. “Siempre hablo del club porque me dio todo. Encontré una institución muy bien armada, con un gran equipo. No tuvimos la suerte de llegar más lejos que los playoffs y después me lesioné, pero éramos un equipazo”, contó. Hoy, desde lejos, envía un mensaje que suena con la misma pasión. “San Martín es grande, y el jugador tiene que entenderlo. Está en una categoría que le sobra. Ojalá hagan las cosas en serio y vuelvan a estar donde merecen”, expresó con nostalgia.

Puro orgullo

Gran parte de la entrevista giró en torno a un hecho histórico: la clasificación de Cabo Verde a su primer Mundial de Fútbol. Mendes, que nació en aquel archipiélago africano, no pudo contener la emoción. “Me pellizqué. Se clasificó un equipo donde el fútbol es amateur, donde el que juega también trabaja. Es un mérito enorme”, dijo.

El exdelantero habló con orgullo de su país natal, al que describió como “un paraíso que vive del turismo”. “Cabo Verde es irte de tu casa y dejar la puerta abierta”, graficó.

Sin embargo, fue sincero sobre las limitaciones de su tierra. “Hay talento, pero carece de todo. Cada isla tiene seis o siete equipos, y después se enfrentan entre sí. Los jugadores no cobran dinero, pero el caboverdiano nace con una pelota. Es futbolero desde siempre”, explicó.

La clasificación al Mundial, para él, trasciende el deporte. “Pensé que nunca iba a ver a Cabo Verde en un Mundial, escuchar su himno me llenó el alma. Me di cuenta de que no existe lo imposible”, afirmó.

El desarraigo

A los doce años, Mendes dejó su país y llegó a Argentina. Su adaptación no fue sencilla, es más, se acercó mas a una pesadilla. “Lloraba todos los días porque quería volver. No conocía el idioma ni las costumbres. Fue muy difícil”, recordó.

Hubo un detalle que marcó su proceso de adaptación: el significado de la palabra “negro”. “La primera vez que me lo dijeron, me enojé muchísimo. En otros lugares es un desprecio. Pero después entendí la idiosincrasia del argentino. Hoy me dicen ‘Negro’ y al toque me doy vuelta. Ya no respondo a Custodio”, contó, entre risas.

Con los años, Argentina se convirtió en su hogar. Sus hijos nacieron acá, y su gratitud hacia el país es profunda. Pero cuando le preguntan qué pasaría si Argentina se enfrenta a Cabo Verde, su respuesta sale sin rodeos. “¿Querés que te conteste con la boca o con el corazón? Amo Argentina, le debo todo. Pero la vida me la dio Cabo Verde. Mis raíces son de allá. Si juegan entre sí, hincho por Cabo Verde”, reconoció.

Cuando habla de Cabo Verde, Adriano vuelve a ser el chico de doce años que soñaba con una pelota en medio del Atlántico. Le brillan los ojos al recordar su país, sus costumbres y esa sensación de comunidad que todavía lo define. “Antes de esto, ¿quién sabía qué era Cabo Verde? Hoy todo el mundo habla del país, y eso es hermoso”, dijo.

La histórica clasificación lo hizo volver, aunque sea por un instante, a sus raíces. “Me di cuenta que no existe lo imposible”, dijo. Y quizás ahí, en esa certeza, se resume toda su historia.